Mi experiencia con el Concierto para piano No. 1 de Julian De La Chica
Por Catalina Restrepo
(Text in Spanish) Como le dije al "Vagabundo" es decir, al Maestro Julián De La Chica, no sé mucho de música; estudié crítica literaria, economía y ahora me dedico al cultivo del arte y del espíritu. Estética, armonía, belleza, ritmos y símbolos, son fácilmente interpretables en letras. La música, sin embargo, al menos para mí, es la ciencia que traduce la voz de Dios.
Como le dije al "Vagabundo" es decir, al Maestro Julián De La Chica, no sé mucho de música; estudié crítica literaria, economía y ahora me dedico al cultivo del arte y del espíritu. Estética, armonía, belleza, ritmos y símbolos, son fácilmente interpretables en letras. La música, sin embargo, al menos para mí, es la ciencia que traduce la voz de Dios.
Por Catalina Restrepo
Para mí, su silencio indicaba que la obra contenía un profundo proceso de búsqueda interior a través de intrínsecos caminos: los caminos del laberinto de su alma, esos que llevan a experimentar profundas vueltas, círculos viciosos y pérdidas. Se recorren sin cansancio, con el coraje de ir tras el propósito, con la exhuberancia del que sabe que está creando un nuevo estado - más evolucionado y transparente, su verdad, su esencia, su pureza. Cuando escuché por primera vez el Concierto para piano No. 1 Op. 3, decidí escribir sobre mi experiencia.
Un profundo recogimiento se aventura en el inicio. Los colores del piano se van pronunciando intensamente hasta llegar a varios momentos donde el caminante del laberinto se viste con la majestuosidad de una orquesta exquisita en melodía y contrapunto. Misterio de un siguiente paso, el piano se arma como todo un Caballero para desafiar la agilidad de la mente y des‐estructurar los algorítmos de quien, a veces, se siente confuso y pérdido. Esta obra es un viaje al corazón de un hombre que decide dejarlo todo y empezar de cero - desnudo. Armado de su talento y su pasión irreverente, se dispone a volar.
Es turbulencia, sonidos agitados del corazón; momentos de angustia, dolor, desasosiego; momentos en los que decide - ahora sí, emprender el vuelo; entre la nieve, la niebla y el invierno implacable, comienzan a dibujar un bello amanecer, los compases pausados del piano. Los vientos, cobres y percusión anuncian la llegada del triunfo. Encontrar su propio camino, el que lo lleva al centro, es sin duda su triunfo.
Comienza el Ciclo No. 2. Un respirar profundo, una nota que repite y nunca cambia, es el encuentro con su propia verdad; su desnudez y la transparencia de sus ojos es un cuadro solo comparable con el del amante que se entrega en cuerpo y alma y decide renunciar a todo...
El recorrido de este viaje llega al Ciclo No. 3, en plena efervescencia, en el que él es cuestionado por las esfinges. Sólo en este momento es cuando empieza a cuestionarse con el piano, mirando hacia atrás, preguntándose lentamente, qué ha sido de todos esos pasos que ha dado sin tener un rumbo fijo. Un corazón que recibe su alma en esa profunda claridad y pureza. Un aire de nostalgia sofoca la respiración de los dedos del pianista cuando regresan los Vientos de la memoria y recorre cada escena de sus conciertos para recoger de nuevo la sabiduría de cada pulsación de su corazón.
Te he visto tocar, Vagabundo, con el espíritu puesto en encajes y colas, y he visto como en cada segundo de la puesta en escena decides dejarlo todo y marcharte con Dios, y de la mano de querubines descubres las tonadas más dulces para sanar y despejar las tristezas del corazón. Ahora, veo como en esta escena vuelves a ser niño. Encuentras esa ingenuidad, propia de quien decide con humildad saber nada y simplemente vivir y disfrutar. Sin duda el paso por este laberinto ha surcado no sólo tus pies y tus manos sino tu alma y tu corazón; este concierto nos devuelve al punto de partida más allá de todo y de nada; un lugar mágico donde el ser crea y se recrea y aprende de su obra y de su reflejo dibujado en este rincón del Universo.
Esta obra, en su merecido esfuerzo por salir a la luz, recupera las alquimias de su compositor que decidió a modo de Siddharta, ir en búsqueda de nuevas composiciones, mezclas, movimientos, fusiones y acompañamientos. Logra trascender las barreras de la academia, la sociedad, la cultura, el idioma, la migración, para obtener una mágica visión de ascensión e iluminación.
Último minuto del concierto: desde el centro del laberinto se elevan los cuerpos desnudos de los amantes que se reencuentran y reúnen su mirada al cielo en la presencia de Dios... Se cierran los ojos y se Es.
Ad Honorem Maestro de la Chica.